4 formas en las que aplicas incorrectamente el humectante durante tu rutina de cuidado de la piel
El humectante es una parte esencial de la rutina de cuidado de la piel y debes aplicarlo todos los días. Sin embargo, aunque seas fan del humectante y lo uses a diario (¡dos veces al día!) puede que no estés obteniendo todos los beneficios que podrías.
¿Por qué?
Porque puede que lo estés haciendo mal. Hay muchas cosas que debes tener en cuenta cuando se trata de hidratar: qué producto usar, cuándo usarlo, cómo aplicarlo y cuánto usar. Si lo que pensabas que era la parte más fácil de tu rutina de cuidado de la piel te parece confuso, no te preocupes, tenemos una guía fácil para explicarte cómo optimizar el uso del humectante en tu rutina de cuidado de la piel.
Error n.º 1: Estás usando el humectante equivocado
Esto es muy importante: asegúrate de usar un humectante diseñado para tu tipo de piel. Para la piel grasa y mixta, no te saltes el humectante por temor a que te engrase la piel. Busca productos sin aceite y no comedogénicos. La piel sensible necesita un producto sin parabenos ni fragancias para evitar los brotes. La piel seca necesita productos más nutritivos que eviten la descamación y la tirantez.
Error n.º 2: Dejas pasar mucho tiempo antes de aplicarte el humectante
¿Te enjuagas o limpias el rostro por la mañana, te tomas un café y luego te aplicas el humectante? Si la respuesta es sí, estás cometiendo un error. Es importante que te apliques el humectante lo más pronto posible después de limpiarte el rostro, no dejes pasar más de un minuto para obtener resultados óptimos. Cuando te secas la piel después de limpiarla, inmediatamente empieza a deshidratarse si no hay una capa protectora de humectante que mantenga la hidratación. Procura que este periodo de tiempo sea lo más corto posible para evitar la sensación de tirantez, los parches secos y los brotes.
Error n.º 3: No estás aplicando FPS donde lo necesitas
La mayoría de la gente se aplica la mayor parte del FPS en el rostro y luego se alisa lo que sobra en el cuello, el escote y las orejas. Estas zonas no deben ser una ocurrencia tardía; debes aplicar una cantidad igual, al menos del tamaño de una moneda de 25 centavos, en cada zona para evitar daños solares. A medida que envejeces, la piel del cuello empieza a descolgarse, y una forma de evitarlo es proteger siempre la zona con un FPS de amplio espectro. Debes utilizar al menos un FPS 15 o superior en todas las zonas.