Tanto la limpieza como la exfoliación son partes importantes de una buena rutina de cuidado de la piel. Pero, ¿qué debes hacer primero? Exploremos los beneficios de cada enfoque para ayudarte a decidir qué es lo mejor para tu piel.
A menudo se recomienda limpiar antes de exfoliar. Al eliminar primero la suciedad, el sudor y el maquillaje, creas un lienzo limpio para la exfoliación. Esto permite que el exfoliante actúe eficazmente sobre las células muertas de la piel sin que los restos superficiales lo impidan. A continuación, la exfoliación elimina estas células muertas, revelando la piel fresca que hay debajo y preparándola para el humectante, el aceite o el sérum. Este método puede lograr una piel más suave y tersa.
Aunque es menos habitual, exfoliarse antes de la limpieza también puede ser beneficioso. Exfoliar primero afloja las células muertas de la piel, la suciedad y otros residuos. A continuación, un limpiador elimina estas partículas desprendidas, proporcionando una limpieza profunda y dejando una superficie suave y receptiva para el humectante. Este método puede ser especialmente eficaz para quienes tienen la piel grasa o congestionada.
